Detrás de Nisman - Por Santiago O'Donnell
Allá por enero del 2011, cuando Julian Assange, editor del sitio Wikileaks, me entregó un pen drive con más de 2500 cables diplomáticos estadounidenses referidos a la Argentina, lo que más me llamó la atención fue la información referida al atentado en contra de la AMIA y al fiscal de la causa, Alberto Nisman.
Los cables reflejan una y otra vez la falta de independencia
del fiscal respecto de la embajada de Estados Unidos en la investigación del
atentado, tal como documenté en mis libros Argenleaks (2011) y Politileaks
(2014). Dicha conducta incluye el
adelantarle a la embajada medidas
judiciales tanto de la fiscalía como del juzgado que entiende la causa AMIA,
llevar borradores de resoluciones a la embajada para ser corregidos hasta
conseguir la aprobación de la sede diplomática, y disculparse reiteradamente
cuando no se dio preaviso de alguna medida judicial del caso a los diplomáticos
y agentes de dicha embajada estadounidense.
Los cables reflejan también que importantes referentes de las principales
organizaciones de la comunidad judía, de la cancillería argentina y hasta de
los propios expertos estadounidenses que le daban letra a Nisman expresaban en
privado serias dudas acerca de la marcha del expediente, pero que evitaban que
esas dudas se hicieran públicas para no debilitar la causa.
Más allá de
esta información, de claro interés público, me llamó la atención que el
periódico español El País y el diario francés Le Monde, que venían publicando
artículos sobre Argentina basados en los cables de Wikileaks desde noviembre
del 2010, hasta entonces no habían publicado ni una palabra sobre los 196
cables referidos a la AMIA, muchos de ellos clasificados como
"secreto" o "clasificado."
También me llamó la atención que menos de una
semana después de que Assange me confiara los cables de Argentina, El País
publicó por primera y única vez un artículo referido a los cables que hablan
del atentado a la mutual judía de 1994. Pero lejos de poner al descubierto la
connivencia del fiscal con la embajada, el artículo se dedica a ventilar algo
que ya era de público conocimiento: la entonces cercanía de Nisman con el
gobierno, que había empezado cuando Néstor Kirchner creó una fiscalía especial
para investigar el atentado en el 2005 y nombró a Nisman para liderarla.
Titulado
"EE.UU. sospechaba que la reapertura del caso AMIA respondía al
oportunismo del gobierno argentino", el artículo arranca así:"La
embajada de Estados Unidos en Buenos Aires sospechó que el oportunismo del
Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y la ambición del fiscal especial
Alberto Nisman determinaron, probablemente, la reactivación hace tres años de
las investigaciones sobre el atentado terrorista que, en 1994, destruyó la sede
de la Asociación Mutual Israelita Argentina en la capital argentina y causó 85
muertos y 300 heridos."
Esa misma semana redacté el artículo que terminaría
siendo un año después, casi palabra por palabra, el capítulo "AMIA"
de Argenleaks, con la intención de publicarlo inmediatamente en mi diario,
Página/12, del cual sigo siendo jefe de la sección El Mundo, tal como habíamos
convenido con Assange y también con Ernesto Tiffenberg, director del diario.
Sin embargo, Tiffenberg me comunicó que no publicaría mi texto sobre Nisman y
la AMIA, así como los referidos al grupo Clarín, terrorismo en la Triple
Frontera y otros que dejaban mal parados a funcionarios del gobierno,
incluyendo uno sobre el vicepresidente Amado Boudou. Pero mientras los demás
textos fueron suprimidos hasta que salieron mis libros, en el caso de Nisman-AMIA
Tiffenberg le entregó uno de mis cables (en ese momento tenía la exclusividad
para la Argentina, según un convenio que yo mismo había firmado con Assange,
con el aval de Página/12) al periodista
Raúl Kollman y me informó que Kollman se encargaría de escribir sobre la AMIA
porque era el experto de diario en el tema. Entonces me ofrecí a a trabajar con
Kollman, pero Tiffenberg no dio lugar a mi sugerencia.
Poco tiempo después, el 27 de febrero del 2011,
bajo la firma de Kollman, Página/12 publicó en su tapa del domingo "Una
ayudita a los amigos para acusar a Irán”. El artículo descalifica a las fuentes
que aparecen en los cables poniendo en duda la investigación de Nisman y dice
que los cuestionamientos a la investigación del fiscal provienen de ex funcionarios
judiciales procesados por encubrimiento:
"En los últimos días, el diario El País,
seguido luego por La Nación y Clarín, interpretaron que el cable del 27 de mayo
señalaba que, según la opinión norteamericana, Nisman, en combinación con
Néstor y Cristina Kirchner, pretendieron tapar, con el pedido de detención de
Menem y los demás, el problema que por entonces estaba en el centro de la
escena: el conflicto con las entidades del campo. En el cable del día 22 queda
claro quién sostiene esa hipótesis: los propios Menem y Galeano. Ambos dijeron
públicamente que la acusación en su contra era una maniobra política. Sin
embargo, todo fue confirmado en las dos instancias judiciales superiores, el
juez y la Cámara. Los otros dos que abonan esa teoría del desvío de atención
fueron Neuburger y González. Los cables traducen esas opiniones y, sobre el
final, Wayne más bien expresa sus dudas."
También cita al propio Nisman para desmentir su
cercanía con el gobierno, relación que por entonces era archiconocida:
"Página/12 consultó a Nisman sobre una frase del 'garganta profunda´ de la
Embajada: 'Nisman está totalmente dominado por el jefe de Gabinete Alberto
Fernández. Obedece sus órdenes sin discusión y no descarto que todo sea una
maniobra política de Alberto Fernández´. El fiscal respondió brevemente a
Página/12. “Vi a Alberto Fernández dos veces en mi vida. Ambas en 2005, cuando
se estableció la fiscalía especial para el caso AMIA. En ese momento gestioné
ante el jefe de Gabinete la compra del sistema Excalibur de entrecruzamiento de
llamadas. El presupuesto dependía de él y por ello lo fui a ver. Nunca más lo
vi.”
De obsecuencia, de falta de independencia, de
recibir órdenes de la embajada, ni una palabra.
Cuando leí el artículo le dije a Tiffenberg que me llamaba
la atención que Página /12 siguiera la misma línea editorial de los grandes
medios argentinos y extranjeros de proteger a Nisman y salvaguardar la
investigación, pese a las dudas y presuntas inconductas que surgían de los
cables de Wikileaks. Me contestó que no, que La Nación y Clarín apoyaban la
línea Galeano-Mullen-Barbaccia-Nisman, mientras que Página/12 sólo apoyaba lo que hacía Nisman, que era muy distinto a
lo de sus antecesores, (por más que Nisman había trabajado con los fiscales
procesados e identificado a los mismos presuntos culpables).
Un mes más tarde, en marzo del 2011, un colaborador
de Wikileaks le entregó una copia de los cables de Argentina al periodista de
La Nación Hugo Alconada Mon y tres meses más tarde los cables se hicieron
públicos. Sin embargo, nada se publicó hasta la salida de Argenleaks sobre la
relación entre Nisman y la embajada.
Nobleza obliga, más allá del generoso espacio que
me dieron algunos medios radiales para hablar del tema, empezando por Víctor
Hugo Morales, el primer medio gráfico que publicó algo referido a mi capítulo
de Argenleaks sobre la connivencia entre Nisman y la embajada fue Clarín. Con
la firma de Daniel Santoro, el 29 de agosto del 2011, pocos días después de la
salida a la venta de Argenleaks, Santoro escribió "Insólito pedido de
disculpas de un fiscal a EE.UU.", referido al profuso pedido de disculpas
que Nisman le hiciera a distintos funcionarios de la embajada por no
anticiparles que pediría la captura de Menem y de otros funcionarios políticos
y judiciales por presunto encubrimiento del atentado.
(Nobleza obliga también, esta semana vi a mi
estimado y respetado colega Santoro en el canal de noticias del Grupo Clarín
defender a capa y espada la acusación de Nisman contra la presidenta Cristina Kirchner,
el canciller Héctor Timerman y otras personas, dando por cierta una
conspiración que me resulta tan inverosímil como oportunista, políticamente
motivada y de difícil comprobación, más allá de la opinión que me merezca el
actual gobierno.)
Poco tiempo después Nisman me citó en su despacho a
través de su publicista para hablar del libro, invitación que acepté de buena
gana como suelo hacer cuando alguien sobre quien escribí quiere comentar lo que
dije. En esa reunión Nisman me dijo que si bien puede ser cierto que la
embajada le decía esto y aquello, él no siempre le hacía caso y que continuaba
investigando pistas alternativas mal que le pesara a la embajada y que le
prueba está en el expediente y en que la acusación contra los encubridores de
la "conexión local" fue elevado a juicio. (Esta semana el juez de la
causa, Rodolfo Canicoba Corral, cercano al gobierno, lo contradijo diciendo que
muchas veces le pidió a Nisman que ampliara su investigación más allá de los
iraníes pero que el fiscal no le hizo caso.) Nisman también me contó que
prácticamente toda su información provenía del agente de la Secretaría de
Inteligencia Jaime Stiusso, ya que Stiusso tenía la confianza de los servicios
secretos estadounidenses e israelíes. Me comentó que Stiusso le pasaba
información en bruto y lo que él podía corroborar lo llevaba al
expediente.
Desde entonces la información sobre Nisman y la embajada desapareció de los medios hasta
la firma del convenio con Irán para investigar el atentado en enero del 2013.
Era como si existiera una política de Estado que atravesaba gobierno y
oposición, medios k y anti k, y los principales representantes de la comunidad
judía, de que la causa no se toca y el trabajo de Nisman tampoco.
El convenio con Irán rompió el pacto de silencio y
reavivó el interés en mi trabajo con los cables de la AMIA. El 17 de febrero
del 2013, a horas de que se discutiera el convenio en el Congreso, publiqué en
Página/12 la columna "AMIA.doc.”, la que sería la base del capítulo
"Nisman" de Politileaks. Más allá de que pensara que el convenio
representaba un cambio de política exterior demasiado brusco y arriesgado para
el país y la causa AMIA, aún sabiendo que la información sería utilizada por el
gobierno para avalar su decisión, me pareció importante compartir con los
legisladores lo que decían los cables, a favor y en contra, antes de que
tomaran una decisión tan importante.
Salvo la parte donde señalo que los cables muestran que durante su
presidencia Néstor Kirchner había rechazado un convenio muy similar al que
luego firmaría su esposa, que debí negociar con Tiffenberg palabra por palabra,
el resto del texto, que documenta la falta de independencia de Nisman con
respecto a la embajada, no mereció ningún reparo. Los tiempos habían cambiado
Ahora vuelve todo con la denuncia de Nisman y el
interés de los medios k en los cables de Wikileaks sobre el fiscal. Pos
supuesto que me llamó la atención que esto ocurriera apenas días después del
desplazamiento del poderoso y otrora intocable agente Stiusso. Y sí, claro que puedo estar
equivocado, pero la movida de Nisman me huele a carpetazo de los servicios. Aún
así, no quiero ser un peón en la batalla política entre el gobierno y la
oposición ni avalar conductas de unos u otros que no comparto. Hablé en varias
radios pero no quise salir en televisión por miedo a que mi imagen en
determinado canal sea entendida como un apoyo a un lado de la grieta. Sin tomar partido en cuestiones que me
exceden largamente y sin ser un experto en el tema AMIA, entre otras razones
porque cuando ocurrió yo vivía en Estados Unidos, quería decir que me duelen las
manipulaciones políticas a los familiares de las víctimas que se vienen
sucediendo desde que ocurrió el atentado, y la falta de Verdad y Justicia en un
tema tan sensible y doloroso para todos los argentinos.
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