América Latina: un giro. Por Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Pareciera que se acabó la discusión sobre si América Latina llega al final de un ciclo o no. La victoria de la derecha argentina no deja lugar a dudas, y solo falta esperar el resultado de las elecciones venezolanas dentro de una semana para tener aún mayor certeza.
Ahora
hay que sentarse y analizar, poner atención a lo que se ha venido diciendo
desde la misma izquierda y, sobre todo, no cerrar los ojos ante lo evidente: la
derecha ha vuelto con fuerza y agresividad, envalentonada, y se mueve
coordinadamente en todo el continente, con estrategias y discursos comunes.
De
esa estrategia común continental no hay que remarcar solamente ni en primer
lugar lo vacío de su discurso, sino identificar los límites, los errores y las
falencias de las propuestas del progresismo.
Álvaro
García Linera identificó una de estas falencias hace unos pocos días en la
conferencia magistral que ofreció en el II Encuentro Latinoamericano
Progresista realizado en Bolivia en setiembre de este año: el problema de la
gestión. Lo primero que cualquier gobierno debe hacer es gestionar
eficientemente y en eso, considera, no siempre se ha sido exitoso.
En
segundo lugar, un tema cultural, el de la conciencia. No se puede mejorar la
calidad de vida de la gente dejando al garete, sin más, ese sentido común
instaurado exitosamente por el neoliberalismo, que hace girar la vida en torno
al consumo, el individualismo y la guerra de todos contra todos.
En
tercer lugar está el tema de la corrupción, que no es patrimonio, ni de lejos,
del progresismo, pero que lo ha permeado de tal forma que ha enervado a amplios
sectores de la población. Lo que sucede en Brasil es un ejemplo claro.
Gobiernos “alternativos” como deben ser, no han hecho en este sentido, a la
postre, sino repetir los vicios de la derecha.
En
cuarto lugar, no neutralizar a los movimientos sociales cuya acción, en última
instancia, es la que ha llevado a las fuerzas sociales progresistas al poder.
En
todos estos temas, problemas y ámbitos, la izquierda y el progresismo se ha
quedado corto como alternativa. Decirlo no significa ignorar todos los avances
que se han logrado en estos años pero que, como parece ser, no alcanzan para
mantener el favor de la gente.
Por
otra parte, este nuevo período al que parece que venimos entrando se viene
anunciando desde hace, por lo menos, dos años. Forma parte de un proceso en el
que hay signos nuevos en todo el continente. Todos tendrán repercusiones en el
futuro inmediato y reconfigurarán el panorama político. Piénsese, con todas las
limitaciones y dificultades con las que avanza, en la reanudación de relaciones
diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, cuyas repercusiones no se limitarán a
los dos países sino que se dejarán sentir en todo el continente. Piénsese
también en las conversaciones de paz en Colombia entre el gobierno y las FARC;
en el avance de la Alianza del Pacífico; en el tembleque gobierno del Frente
Amplio uruguayo encabezado por Tabaré Vásquez y en la ambigüedad del gobierno
chileno presidido por Bachelet, ambigüedad y temblequeo que en circunstancias
propicias pueden profundizarse; en el freno al ALBA y con él a los mayores
proyectos integracionistas con perfil latinoamericanista como el Banco del Sur.
Es
decir que, en efecto, todo parece indicar que ese movimiento pendular del que
tanto se hace mención en nuestros días parece efectivamente estar llegando al
final de un ciclo, para iniciar la vuelta hacia el otro extremo del espectro
político.
En
ese nuevo movimiento pendular quedaremos en manos de una derecha que llega
camuflada, como en Argentina, de alegría y globitos de colores, pero que no
tardará ni un minuto en dar el zarpazo que nos retrotraerá a tiempos amargos.
Por
eso hay que pensar y analizar.
Publicado por Con Nuestra América el sábado 28 de noviembre de 2015
Comentarios
Publicar un comentario