Los siete locos, Roberto Arlt - Literatura para descargar
Al
abrir la puerta de la gerencia, encristalada de vidrios japoneses, Erdosain
quiso retroceder; comprendió que estaba perdido, pero ya era tarde.
Lo
esperaban el director, un hombre de baja estatura, morrudo, con cabeza de
jabalí, pelo gris cortado a «lo Humberto I», y una mirada implacable
filtrándose por sus pupilas grises como las de un pez: Gualdi, el contador, pequeño,
flaco, meloso, de ojos escrutadores, y el subgerente, hijo del hombre de cabeza
de jabalí, un guapo mozo de treinta años, con el cabello totalmente blanco, cínico
en su aspecto, la voz áspera y mirada dura como la de su progenitor. Estos tres
personajes, el director inclinado sobre unas planillas, el subgerente recostado
en una poltrona con la pierna balanceándose sobre el respaldar, y el señor
Gualdi respetuosamente de pie junto al escritorio, no respondieron al saludo de
Erdosain.
Sólo
el subgerente se limitó a levantar la cabeza: -Tenemos la denuncia de que usted
es un estafador, que nos ha robado seiscientos pesos.
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